La calidez de la expectativa


Crónica #1

Expectativas

“Incertidumbre” ésa fue la palabra que utilizó la profesora en clase para describir lo que sentíamos -y quizás sentiremos- en esta práctica. Desde entonces la palabra hizo eco en mi mente. Muchas personas tendemos a repensar -tal vez demasiado- las cosas, las situaciones, hasta nuestra vida, el efecto colateral de ello es que, en ocasiones genera un terrible desgaste emocional. 

Me sigo repitiendo que la incertidumbre es normal en una etapa en la que muchos buscamos hacernos paso en el mundo, forjar nuestra propia vida, una etapa en la que debemos adaptarnos constantemente a situaciones y personas, trazarnos metas y definirnos retos. Sin embargo, la incertidumbre no parece del todo alentadora -ni complementaria- con una práctica social.

Contrario a cada inicio de semestre, la práctica educativa como actividad académica y profesional, no es nada predecible, quizás porque más allá del aula, fuera de las universidades y de la confortable rutina de estudiante universitario se encuentra la vida real, laboral y profesional y eso, eso no se puede predecir, pese a miedos o inseguridades. En este momento tienes una infinidad de preguntas y quizás pocas respuestas -que se resuelven paulatinamente- como por ejemplo ¿en qué lugar realizarás la práctica? ¿Qué actividades realizan? ¿De qué manera puedo intervenir en ella? ¿Qué cosas puedo brindar para contribuir con la práctica?

Tal vez realmente el temor a la incertidumbre parece más bien radicar en una muy ávida imaginación, ésa misma que nos lleva a pensar y repensar situaciones que aún ni siquiera suceden, parecen contar más los prejuicios y temores que la preparación y la seguridad en nosotros mismos o en los mismos hechos científicos. De niños le temíamos a los fantasmas que golpeaban la ventana y a los monstruos que se escondían debajo de la cama, de adultos los monstruos tienen otro nombre y hasta otra cara, les llamamos “Ansiedad”, “Depresión”, “Inseguridad” ...”Incertidumbre”. 

Ahora bien, ya que ésta etapa de nuestra vida es de adaptación constante, deberíamos intentar hacernos amigos de esa incertidumbre, reconocer que en ella no reside más que un miedo a algo que quizás nunca pase, y concentrarnos -con más ganas- a la calidez de la expectativa, dejarnos sorprender por los retos de la vida y por el placer de la sorpresa, hasta de esa imaginación, no concentrada ya en los temores sino en lo que se puede intervenir en una práctica educativa y por lo tanto, en los actores que en ella residen.

Jessica Sánchez Zapata


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